Este 15 de mayo, en el que en México celebramos el Día del Maestro, Autlán desea reconocer el esfuerzo e inspiración de nuestros docentes. En esta ocasión compartimos una entrevista con el Profesor Manuel Pelayo, Director del Colegio Bartolomé de Medina en la Colonia de Otongo, en el estado de Hidalgo.
- ¿Por qué decidió dedicarse a la educación?
En la familia de mi padre existía la figura de profesor entre sus hermanos y sobrinos (as). Las pláticas con ellos de alguna manera fueron motivando mi inclinación hacia la docencia. Por otro lado, la situación económica en la familia, que era numerosa, no era muy favorable (Yo era el hijo mayor y atrás había otros siete hermanos). La Normal para maestros, cuando concluí la secundaria, era una opción que a corto plazo ofrecía la posibilidad de incorporarse a la vida laboral pues en cuatro años se terminaba la carrera de maestro normalista. Vi en ello la oportunidad de por lo menos, ya no ser una preocupación para mis padres y apoyarles en algo con los que iban concluyendo la secundaria. - ¿En qué año ingresó a Autlán?
Ingresé a la escuela el 10 de enero de 1979 por invitación del Prof. Abel Contreras Cisneros, fundador del colegio y entonces Director del mismo. A la fecha llevo 38 años laborando en Autlán. - ¿Qué conocía de Autlán en aquel entonces?
Mi padre trabajaba en Minera Autlán desde 1965. La familia completa llegamos a radicar a Chipoco en 1966 (Otongo estaba en construcción). A fines de 1967 llegamos a vivir a Otongo y fui alumno del colegio desde el 3° grado de primaria hasta concluir la secundaria en 1974. El mundo que conocía a los quince años, era el que nos ofrecía Minera Autlán en esta comunidad de Otongo, a la que considero “mi tierra”. Autlán ha sido todo para mí pues desde los 7 años de edad mi vida ha estado vinculada a ella, primero por el trabajo de mi padre que se desempeñaba como operador de equipo pesado y luego por mi ingreso a la misma como profesor en la escuela primaria. - ¿Este era su primer empleo o venía de alguna otra empresa?
En la docencia, Autlán me ofreció el primer empleo formal. Durante mi estancia en la escuela Normal tuve la oportunidad de laborar en dos escuelas. Una pública en la que trabajé un año y me pagaban los padres de familia y un colegio de religiosas en el que trabajé por dos años.Cuando me contrató Autlán, venía de laborar en el área de trabajo social en un Hospital de Zoquipan, Jal. Radicaba en Guadalajara, Jal., y hasta allá fue a buscarme el Prof. Abel Contreras Cisneros, quien sabía por mis padres, que había concluido la Normal y me desempeñaba en otro ámbito. Había necesidad de cubrir a una maestra que renunciaba y me invitó a colaborar en el colegio. De ahí en adelante, mi vida ha sido el colegio Bartolomé de Medina en Otongo, Hgo. - ¿Dentro de la empresa, cuál fue su primer puesto y responsabilidad de trabajo?
Fui contratado como profesor de primaria y mi responsabilidad inmediata fue atender al grupo de 3° grado en el turno vespertino que estaba a cargo de la Profa. Martha Vázquez de Paredes. Había que darle seguimiento a las actividades y concluir el curso escolar 1978-1979. - ¿En qué año llegó a ser Director del Colegio y cómo fue ese proceso?
En el curso escolar siguiente (1979-1980) el Director Escolar no me asignó grupo. Estuve a su servicio apoyándole en diversas labores en los grupos con iniciativas y proyectos que Él manejaba; además cubría a los docentes que eventualmente no acudían a laborar en cualquiera de los dos turnos que tenía el colegio.Para el curso escolar 1980-1981 el Prof. Abel Contreras Cisneros, se retiró; su lugar lo ocupó el Prof. J. Guadalupe Álvarez Téllez quien dejaba el grupo de 6° grado que en los dos cursos escolares siguientes fue mi responsabilidad.El Prof. J. Guadalupe Álvarez Téllez tenía a su cargo los tres niveles del colegio (jardín de niños, primaria y secundaria). Las autoridades de la Unidad Molango consideraron conveniente crear otra dirección para primaria (por los dos turnos que manejaba) y jardín de niños y en el curso escolar 1982-1983 me dieron la oportunidad de coordinar las actividades de estas secciones del Colegio dejando la secundaria como única responsabilidad del Prof. Álvarez Téllez.
En el año 2000, el Prof. Álvarez Téllez fue transferido a otro departamento de la Empresa y con su salida, me asignaron también la responsabilidad de la escuela secundaria, quedando con ello a cargo del departamento escolar (con los tres niveles de educación básica).
- ¿Siente como una responsabilidad grande, el reto de educar a los futuros empleados de Autlán?
Es en efecto un compromiso grande. Al no tener en la comunidad la posibilidad de continuar la educación media superior, prácticamente toda la población que concluye la secundaria, debe salir a continuar su formación. Algunos lo hacen en escuelas cercanas, otros tienen oportunidad en lugares más lejanos, dependiendo de la ubicación de sus familiares. La gran preocupación es que vayan lo suficientemente preparados, primero para ingresar a la preparatoria o equivalente y luego para concluir esta etapa y continuar con su formación profesional. No todos tienen la oportunidad de cursar una licenciatura, pero muchos de los que lo hacen, regresan con sus familias y han podido incorporarse a las actividades productivas en el seno de Autlán.La escuela en estos momentos cuenta en su plantilla de personal con tres profesores, una en preescolar, otra en primaria y un servidor en la dirección; así como un trabajador de intendencia, todos orgullosamente exalumnos de la institución. En otras áreas de la empresa podemos encontrar exalumnos desarrollando diferentes actividades. - ¿Es un reto para usted dirigir una escuela que se encuentra alejada de la ciudad y de los beneficios que brindan las ciudades?
Este es un aspecto que me ha preocupado. Por un lado, es hasta cierto punto ventajoso para la escuela y la comunidad no tener los distractores que se tienen en el medio urbano y vivir en un ambiente más sano, en donde no abundan las oportunidades para desviarse de las buenas prácticas y costumbres que los valores familiares van cimentando en los niños y jóvenes. Vivimos en un espacio tranquilo y seguro; en lo personal es lo que más valoro de Otongo y lo que me hace apreciar y amar este lugar. Pienso que muchas familias comparten conmigo esta perspectiva.Pero también el trabajo de la escuela y la vida en la comunidad tiene algunos aspectos negativos vinculados a la lejanía de las zonas urbanas; en el aspecto educativo, no podemos ofrecer las experiencias que ofrece el medio urbano y que enriquecen el aprendizaje en diversas formas: museos, teatros, galerías, exposiciones diversas, planetarios, sitios arqueológicos; participación en talleres de diversa índole como artes plásticas, música y danza y la práctica de actividades deportivas en el amplio abanico de oportunidades que ofrece el medio urbano. Podemos mitigar la adversidad de esta situación gracias a la tecnología como la INTERNET que nos permite “acercamientos a distancia”. Otra situación preocupante derivada de las condiciones en que vivimos es el choque que experimentan los jóvenes cuando llegan a los medios urbanos y se vinculan con personas “más vividas”, con experiencias “de más mundo” y se vuelven vulnerables ante el influjo de personas mal intencionadas. Es aquí donde cobra especial importancia la formación en valores que tanto la familia como la escuela hayamos procurado en ellos. Por ello insisto mucho en el cuidado y la atención que debemos poner en esta parte de la formación. - ¿Qué es lo que más le gusta de ser Director/Maestro?Definitivamente el contacto con los alumnos es gratificante, especialmente con los niños que conservan ese candor propio de la infancia. La relación con los jóvenes es más “ingrata” por la edad en que se encuentran; aún con ello, me es grato compartir espacios y momentos con todos. Otro aspecto que me agrada en mi labor es la cantidad de relaciones que se establecen en distintos órdenes para realizar el trabajo de la escuela: padres, docentes de otras instituciones, autoridades civiles, de la empresa y de la Secretaría de Educación Pública. La escuela reúne muchas voluntades en torno a un mismo fin.
- ¿Cuál ha sido su mejor momento dentro del Colegio?
Una de las experiencias que recuerdo y aprecio mucho fue cuando pudimos ofrecer el servicio en su totalidad en el turno matutino. El tener alumnos en el turno vespertino era ya un problema social que acarreaba enfrentamientos e inconformidades entre la escuela y las familias. El día de inscripción era un serio problema. Los padres de familia pasaban la noche en la escuela, haciendo fila y repartiendo fichas para ser atendidos en primera instancia y asegurar con ello un lugar en el turno matutino. El apoyo de Autlán con los recursos para acondicionar y equipar algunos espacios, en 1985 nos permitió dar cabida a todo el alumnado en el turno matutino, resolviendo así una problemática social.Sin duda, otras experiencias significativas fueron aquéllas en las que nuestros alumnos de 6° grado ganadores en concursos de aprovechamiento visitaron al Presidente de la República (alrededor de 20 ocasiones en la vida de la escuela primaria).